Tengo que reconocer que después de lo de Ana me quedé hecho polvo. Me sentí un poco decepcionado y humillado. Lo peor ha sido la vuelta a las clases de spining, donde, para mi sorpresa, me he encontrado con que Ana no me ha dirigido la palabra. He intentado hablar con ella, pero ha hecho como si no me escuchase y no me ha respondido. A veces tengo la sensación de que no sé tratar con las personas.
Como ya es costumbre, Raquel me ha prestado su hombro para llorar. Cuando le conté lo que me pasó ella supo darme aliento. Pasé el último fin de semana en su casa, a petición suya, para olvidarme un poco de la mala experiencia. Gracias a que tengo a Raquel todo es mucho más fácil.
Estos días que he pasado en casa de Raquel han sido muy fructíferos. Hemos hablado mucho y le he pedido algunos consejos. Ella me ha dicho que yo no hice nada mal en la cita, pero que debería darme cuenta que las chicas quieren algo más. A mí me gustaría saber qué es ese algo más y yo quisiera dárselo a la chica a la que quiera conquistar.
Le conté como fue la cita y como me abordó Ana cuando estábamos en el parque. Raquel me dijo que es normal, que las chicas ya no son como antes, que ahora quieren ir más rápido, así que decidimos recrear ese momento en el parque para analizar mi comportamiento y el de Ana, y de esta manera Raquel pudiera darme algúnconsejillo.
Yo me senté en el sofá con Raquel al lado haciendo de Ana. Ella empezó a ponerme caras de niña buena mientras me tocaba la pierna, cerca de la ingle.Rápidamente pasó la mano a mi paquete mientras se lanzó a besarme. Yo estaba sorprendido ante una recreación tan real de la situación y me quedé paralizado.
– ¡Juanito, es normal que la chica se enfade, te has quedado paralizado como un idiota! Deberías tomarte esto en serio y poner algo de tu parte sino quieres que te pase con otras chicas.
Después de esto intenté tomármelo como lo que era, una interpretación, nada más.
Raquel volvió a la posición inicial en la cual me metía la lengua hasta la campanilla mientras me acariciaba el paquete. Yo le seguí el rollo y puse mi lengua en funcionamiento mientras le metí mi mano por debajo de la blusa para acariciarle sus maravillosas tetas, a lo que ella respondió desabrochándose el sujetador. Ella tenía los pezones muy duros, parecía que se lo estaba tomando muy en serio. Yo, en cambio, no conseguía concentrarme y provoqué otro enfado de Raquel.
– ¡Juanito, no entiendo como no te estás empalmando, lo tuyo no es normal!
Tengo que reconocer que me costó bastante seguir con la interpretación, pero gracias a la naturalidad de Raquel todo es mas fácil. Ella comenzó adesabrocharme los botones del pantalón y me metió la mano por debajo del calzoncillo, ante lo cual reaccioné con una importante erección que ella me agradeció. Me dijo que estaba empezando a pensar que yo eragay y que así se quedaba mucho más tranquila. Mientras seguíamos con los besos y las caricias, Raquel paraba de vez en cuando para darme algunas directrices, como decirme que que tenía que hacer con la lengua, como tenía que acariciarle los pechos, cuando comenzar a besarla por el cuello, y por último, como saber cuando ir más allá. Me dijo que era algo difícil eso de saber cuando ir más allá, que hay muchas chicas que llegados a este punto no quieren nada más y otras que llegados a este punto quieren sexo completo. Me dijo que lo mejor sería esperar a que la chica tuviera la iniciativa de ese algo más.
Tras esta sesión teatral con Raquel, llegó la hora de parar. Raquel me comentó que estas clases deberían quedar entre nosotros y que no contase nada a nadie. Por supuesto que conmigo no hay problema y yo soy una tumba, jamás perjudicaría a Raquel con lo mucho que me ayuda. Nos vestimos y yo me fui a coger el autobús para ir a casa, con la satisfacción de que ahora estaba un poco más preparado para una cita.
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