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Soy heterosexual y no soy virgen

marzo 19, 2008

Vengo leyendo muchos comentarios que ponen en duda mi heterosexualidad y lamento decirles que lo siento, que no soy gay. Soy un chico al que le gustan las mujeres y me gustan mucho, pero soy muy exigente y no busco solo un cuerpo o una cara bonita, busco algo más.
Acerca de si sigo siendo virgen, también tengo que deciros que no. Perdí la virginidad hace algunos años y puesto que tanto os interesa os voy a contar como fue.

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Yo tenía 16 años y ella tenía algunos más, quizás unos 25, no se, no se lo iba a preguntar. Ella tenía mucha más experiencia que yo, seguramente habría hecho esto más veces y ésta no iba a ser la última. Yo estaba bastante nervioso y me costaba mucho mantenerme con el pene en erección. Ella lo comprendió perfectamente y me ayudaba bastante haciéndome algunos juegos con la boca. A pesar de ello no podía evitar tener un sentimiento contrariado al del placer, algo así como una mezcla de asco y miedo, miedo a lo desconocido. Después de llevar toda la adolescencia deseando un momento como este, no estaba siendo como yo lo imaginaba y una mezcla extraña de pensamientos se venían a mi cabeza dificultándome las cosas mucho más.

Al cabo de un rato conseguí mantenerme con el pene en condiciones más de 5 segundos, por lo que ella aprovechó, me puso el preservativo, se puso a cuatro patas sobre la cama y me dijo que se la metiera. Yo estaba asustado pero al verla en esa posición fue como si toda la sangre de mi cuerpo se hubiera bajado a mi miembro. Yo me acerqué y rápidamente ella me la agarro con la mano para guiarme al lugar preciso.

El placer que sentí al metérsela fue indescriptible. Pensé que era el mejor momento de mi vida. Me dijo que no me moviera, que le dejase hacer a ella, por lo que yo obedecí y me quede quieto mientras ella se balanceaba de atrás hacia adelante a toda velocidad. La cogí por la cintura y me uní al ritmo de su balanceo. Al cabo de 3 o 4 minutos eyaculé y sentí un placer que no había sentido nunca, ni siquiera cuando me masturbaba.

Después de terminar, ella me quitó el preservativo y me dio un par de clinex para que me limpiara. Recuerdo las palabras que me dijo al terminar: “Juan, lo has hecho muy bien”. Yo no dije nada, simplemente sonreí y bajé la mirada, su experiencia me imponía mucho respeto.

Después de vestirnos bajamos juntos a la calle. Ella vivía en un cuarto piso sin ascensor, por lo que bajamos por la escalera. Mientras la chica iba delante de mí yo no despegue ni un solo segundo mi vista de su culo. De vez en cuando ella se giraba y me sonreía, a lo que yo le respondía con otra sonrisa. Una vez que salimos al portal allí estaba mi padre, que me agarro cariñosamente del cuello mientras le decía a la chica:

-¿Qué tal ha estado el niño, Conchi?
– Bien, lo ha hecho muy bien – le respondió la chica.
– Perfecto, pues aquí tienes lo que habíamos quedado…

Mi padre sacó su billetera y le entregó un billete de 50 €, mientras que le decía: “Muchas gracias Conchi, a ver si nos vemos prontito, guapa.”
Cuando Conchi volvió a meterse al portal, mi padre me dio una fuerte palmadita en la espalda y me dijo: “Juanito, ahora si que puedes decir que eres un hombre de verdad, ¡machote!”

Con la mano de padre sobre mi hombro, nos dirigimos de camino a casa. Vivíamos a unas dos manzanas del piso de Conchi. Al llegar al portal, mi padre me puso la mano en la cara y se sacó el palillo que llevaba en la boca mientras me dijo: “Juanito, súbete pá casa que yo me quedo en el bar de Juanjo. Pero haz el favor de no decirle ni una palabra de esto a tu madre que nos corta las pelotas a los dos, ¿vale?”
Yo simplemente asentí con la cabeza y no dije ni una palabra, tenía una sensación extraña. No había sido como yo había pensado que sería pero la verdad es que había disfrutado del momento. Ahora me sentía como vacío. Subí a casa, saludé a mi madre, entré en mi habitación y estuve toda la tarde llorando como un idiota.